Pedro lemebel: la loca fuerte que desafío a chile

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Pedro Lemebel, el artista performático, cronista y poeta chileno, no es solo una figura ligada a la cultura. Después de su muerte en 2015, su nombre resurgió con fuerza en 2019, cuando los esténciles con su rostro poblaron las calles de Santiago durante las manifestaciones del estallido social en Chile. Un rostro capaz de alzar banderas en su nombre y abrazar disidencias en medio del descontento político.

Loca fuerte, editado bajo el sello de la Universidad Diego Portales de Chile, es el perfil que aborda su vida. Desde su época más recordada, a partir de los 80, y su rol activo y contestatario en los 90, después de la dictadura de Pinochet, sin dejar afuera sus orígenes, marcados por la pobreza y la relación con su familia y con su madre. Y por supuesto, su obra literaria.

El nombre de Pedro Lemebel llegó a oídos del periodista Óscar Contardo a principios de los dos mil, cuando estaba escribiendo junto a su colega Macarena García González un libro sobre la historia del under chileno en plena dictadura, La era ochentera. Hacia fines de esa década, Lemebel componía junto a Francisco Casas el dueto artístico “ Las yeguas del apocalipsis ”. Ambos hacían performances sorpresivas para sabotear presentaciones de libros, exposiciones de arte y eventos culturales. A veces en forma de protesta o crítica y a veces irrumpían con panfletos para informar sobre el SIDA en un momento donde nadie hablaba del tema.

Años más tarde, en 2007, Óscar Contardo lo entrevistó para una nota extensa y de ahí en más forjó con Lemebel un vínculo con reparos que se mantuvo a lo largo de los años.

El libro partió con la premisa de indagar más allá de lo conocido: “Me llamaba la atención el personaje. Sigue siendo un personaje súper atractivo. Porque confluyen muchas cosas dentro de él: está su historia, la historia Chile, la historia de un momento de contracultura y de los inicios de los movimientos de disidencia sexual en Chile”, enumera Contardo en conversación con Infobae Leamos.

" Loca fuerte ", un perfil a cargo del periodista Óscar Contardo.

El autor se propuso investigar la infancia, la adolescencia y la juventud de Lemebel, de la que se sabía poco. “Había un vacío biográfico muy importante. No existían mayores datos, era un período sobre el que él mismo no hablaba mucho o impulsaba mitos que no desmentía. Como, por ejemplo, que él había estudiado arte, y no estudió arte”, suma el autor.

El desafío era contar esos años rellenando los huecos con información que no resultara equívoca o ambigua como su edad o su verdadero nombre, porque el mismo Lemebel era huidizo a la hora de dar respuesta. Era muy esquivo con su intimidad. Y sobre todo con su infancia.

“Los primeros diez años o nueve años fueron de una extrema pobreza, de piso de tierra y de casuchas sin baño. Después es una pobreza que tiene que ver con una clase obrera organizada en un block de edificio en una vivienda social. En comparación con la Argentina la pobreza en Chile era muchísimo más dura. En los años que nace Pedro, en los cincuenta y hasta los ochenta, el contraste entre la clase media y la pobreza argentina y la clase media y la pobreza chilena era muy intenso. Chile era un país materialmente mucho más pobre. Y mucho más rudas las condiciones de supervivencia para las clases más populares”, escribe Contardo en Loca fuerte.

Esas desigualdades no tardaron en aparecer en las primeras crónicas de Lemebel. En sus escritos, relata un entorno que no había aparecido antes. Ningún escritor en la cultura chilena se hacía llamar así mismo “ La loca ”, y menos aún contaba cómo vivían las locas, como vivían los pobres. Era un cambio rotundo, allí donde solo las clases acomodadas podían hacerse un nombre en la literatura, Lemebel describía y retrataba su entorno. Esos registros están en los libros La esquina de mi corazón, Loco Afán, De perlas y cicatrices, Zanjón de la aguada y Adiós marquita linda.

" Poco hombre " compila una selección de crónicas de Lemebel.

Sus crónicas eran textos personales basados en situaciones reales pero exacerbadas, y a la vez los personajes que aparecían existían, aunque no hubiera una rigurosidad ni en el dato ni en la sucesión de los hechos, que es lo que exige el género periodístico.

“El hacía eso: tomaba historias de esos años y las transformaba. Algo de aquí, algo de allá; algo ajeno y algo propio; una luz distinta, un día diferente; una cara nueva y otra antigua. En la crónica ‘ Capri se acabó mi amor ’ relata como propia una jornada de Jorge Leiva, fan del cantante Hervé Vilard, que en 1968 fue a un concierto del francés en Santiago. También fundía distintas personas reales en un mismo personaje ficticio, como la Loca del Frente, protagonista de Tengo miedo, torero, su única novela, que es en parte un vecino de la población llamado Alfonso, apodado La Juan XXIII, que se dedicaba a bordar manteles y cortinas, como lo hace la loca de la novela”, detalla Contardo en el libro.

La vida amorosa de Lemebel siempre fue una incógnita. No se le conoció pareja, sí relaciones fugaces. Le molestaba incluso la pregunta insistente en las entrevistas, y ese malestar aparece también reflejado en Loca Fuerte.

“La canción que escuchábamos era un bolero intenso de desengaño o despecho, algo que me sirvió de pretexto para preguntarle si había tenido novio alguna vez.

¿Cómo es eso de ‘novio’? - respondió burlón, nuevamente torciendo la boca.

Un novio, un marido, un pololo.

No conozco el amor yo, encuentro que es una huevada ordinaria…-respondió, con lo mismo que había dicho tantas veces.

Entonces me adelanté y dije:

Sí pues, hasta los pacos se enamoran…

Él entendió hacia donde apuntaba:

Nunca he tenido novio y estoy en espera. Amantes he tenido muchos.”

Óscar Contardo, autor de " Loca fuerte ".

El compromiso político de Lemebel, su adhesión y su amistad con las mujeres del partido comunista en Chile, fue fundamental para denunciar al poder y a los crímenes de la dictadura en la transición democrática de los 90.

“Fue bastante importante lo que hizo Pedro Lemebel sobre lo que no ocurrió en Chile”, dice Contardo y agrega para que se entienda: “Se me viene a la cabeza la película Argentina, 1985, que es lo que ocurrió en Argentina: se enjuició a la Junta. Se logró que estos señores se sentaran en el banquillo de los acusados, que hubiera un juicio independiente de las condenas finales, significó otro contraste entre Chile y Argentina. Entre lo que ocurrió después de la dictadura en Chile y después de la dictadura en Argentina. En Chile no existió ese símbolo. Y así como no existió ese símbolo, no existió un cambio radical en todo ese paisaje de cultura popular con el que se había criado Pedro Lemebel, que eran los programas de televisión, que era la radio, que era ese cotidiano de la gente común y corriente. Siguieron apareciendo los mismos personajes que estaban en dictadura en televisión y todo quedó como si nada. Entonces Pedro denunció muy tempranamente eso. Cuando nadie hablaba. Cuando nadie quería arruinar la fiesta”, dice Contardo a Infobae Leamos.

Pero Lemebel nunca puso reparos a sus críticas y salía a decir lo que pensaba sobre Pinochet, lo que significó la década del 90 y la connivencia de la derecha chilena. Lo decía a viva voz en medio de una presentación en un programa de televisión del prime time, en las entrevistas en la radio o en declaraciones a la prensa gráfica como esta, que aparece en el libro: “Lagos es la soberbia con calzones de abuela. Ese moralismo negociable, transable. Lagos vendió la memoria chilena y eso no se lo perdonamos muchos. La vendió con los desaparecidos. Se hizo el huevón: negoció”.

Su actitud desafiante y siempre a la defensiva le valió muchas críticas y lo dejó sin trabajo más de una vez. Porque además tenía un carácter difícil. Y muy pocos amigos estaban dispuestos a tolerar sus destratos y sus caprichos. Sin embargo, con su madre todo era distinto. “El vínculo que él estableció con su madre fue la gran relación de su vida. Cualquier relación amorosa en nada se compara a la que tuvo con su madre. Porque ve en la madre no solamente un lugar de afecto y un lugar de seguridad incondicional, sino una persona que lo defiende de las amenazas continuas del entorno. La madre era una fuente de protección”, cuenta Contardo.

Pedro Lemebel en medio de una manifestación callejera.

En el libro se narra la relación cercana y amorosa con Doña Violeta. Es ella quien sale en defensa una y otra vez de ese niño, cada vez que en el barrio se burlaban o lo golpean por ser maricón. Lemebel le dedicará cada de sus libros, y sufre un golpe durísimo cuando, siendo adulto, ella fallece.

Así se relata ese momento en Loca fuerte :

“El ascenso de su figura no se detenía, pero días más tarde, el 2 de mayo de 2001, murió su madre. Su reacción no fue la de un hombre ya maduro que se despide de su anciana madre enferma, sino la de un niño que repentinamente queda huérfano.

Carlos Uribe, el vecino menudo de rostro enjuto del tercer piso del block, estuvo presente cuando Lemebel llegó al departamento después de pasar por el hospital. Escuchó los gritos de desesperación. Estaba como loco, recuerda. Lanzaba las plantas que Violeta Lemebel tenía en el pasillo desde el tercer piso, estrellando los maceteros sobre los autos estacionados.

En cuanto se enteró de la noticia, Gladys Marín acudió a la casa de Dardignac, y fue testigo del momento en el que se arrancó el pelo a tirones, ayudándose de una hoja de afeitar, ‘la sangre le corría, le puse agua oxigenada’, escribió Marín en su libro autobiográfico La vida es hoy : ‘Pedro era una furia, la furia del ¿por qué? o el ¿hasta cuándo?’. Juntos prepararon el cuerpo de Violeta Lemebel en la morgue del hospital de Carabineros: mientras Gladys Marín le impregnaba de colonia, él la vestía y maquillaba”.

Más tarde, el mismo Lemebel en una entrevista ponía en palabras su dolor ante Contardo: “Después de que se murió mi madre, yo supe que nunca más en la vida iba a tener un amor más grande. Se llevó todo mi mamá, y ahí también se fue mi utopía amatoria”. Cuando la enorme tristeza cedió, se abocó a su obra artística y a su programa de radio. Después enfermó gravemente y él mismo se encargó de realizar una performance final.

“Lemebel comenzó a despedirse con fuego la madrugada del 11 de febrero de 2014 con la performance Desnudo bajando la escalera : envuelto en un saco marinero, rodó por una escalinata ardiente como una evocación del sacrificio de Sebastián Acevedo por sus hijos. El plan original era hacer la acción de arte en el frontis de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, pero no logró la autorización y finalmente se hizo en la entrada del Museo de Arte Contemporáneo”, cuenta el autor de Loca fuerte.

Ofrendas durante el funeral de Pedro Lemebel.

“Durante la preparación del proyecto exigió puntualidad a sus colaboradores, rechazó ediciones de fotos que no lo satisfacían, cambió varias veces de opinión haciendo valer sus puntos de vista con la tozudez de los caprichosos”. Se ocupó de dejar registro de su obra hasta último momento. Pedro Lemebel murió el 23 de enero de 201

El impulso vital y contestatario que lo caracterizó se respira a lo largo de todo el libro, a través de los numerosos testimonios de amigos, compañeras de militancia y entorno cercano. Porque Loca fuerte es el retrato de un hombre que vivió en los márgenes, y se convirtió en la voz de los acallados, por su irreverencia, pero también por su coherencia política.

Así lo sintetiza Contardo: “El libro explica de alguna manera las dificultades enormes y múltiples que tuvo una persona inteligente y talentosa, pero pobre y homosexual, para hacerse un lugar en un país muy conservador. Y en una época muy difícil políticamente. Y también refleja a través de la historia de este personaje la historia de Chile de los últimos 50 años”.

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Tabla de Temas

Quién fue Lemebel

Pedro Lemebel fue un escritor y artista visual. En 1987, junto a Francisco Casas, formó el colectivo de arte Yeguas del Apocalipsis, que realizó un extenso trabajo plástico en performance, fotografía, video e instalación.

Desde 1989 publicó sus crónicas en diversos medios chilenos y extranjeros. En 1996 realizó el programa " Cancionero " en radio Tierra. Fue invitado a la Bienal de La Habana en 1996, a la Universidad de Harvard en 2004, a la Universidad de Stanford en 2007 y a la Universidad de San Marcos en 200El año 2006 la Casa de las Américas de La Habana le dedicó una semana de autor.

Recibió el Fondo de las Artes y la Creación del Ministerio de Cultura de Chile para proyectos de creación; la Beca Guggenheim en 1999; el Premio Anna Setgers, en Berlín, durante 2005, y en 2013, el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso que otorga la Universidad de Talca. En los últimos años sus obras han sido adaptadas al teatro y a registros audiovisuales. Ha sido traducido al inglés, alemán, italiano y francés.

Su obra narrativa está integrada por la colección de relatos Incontables (1986) y la novela Tengo miedo torero (2001). Sus libros de crónica, por otra parte, son La esquina es mi corazón (1995), Loco afán (Crónicas de sidario) (1996), De perlas y cicatrices (1998), Zanjón de la Aguada (2003), Adiós mariquita linda (2005), Serenata cafiola (2008) y Háblame de amores (2012). Mi amiga Gladys fue un proyecto que quedó interrumpido por su partida, pero que se publica en 2016 según las indicaciones que el mismo autor dejó trazadas.

Cuenta con dos estudios críticos de su obra, el primero realizado por Fernando Blanco, Reinas de otro cielo (2004), y el segundo, por la Universidad de Stanford, Pedro Lemebel (2009). Asimismo, en 2013 se publicó Poco hombre, antología a cargo de Ignacio Echeverría.

Qué tipo de arte Desarrollo Pedro Lemebel

Pedro Segundo Mardones Lemebel (Santiago de Chile, 21 de noviembre de 1952-Ib., 23 de enero de 2015)[1]​[2]​[3]​ fue un escritor, cronista y activista LGBT chileno.[4]​

Su obra escrita aborda los temas de la marginalidad chilena utilizando para ello algunas referencias autobiográficas. Referente de la literatura homosexual y contestataria, su estilo irreverente se ha dado a conocer por toda Hispanoamérica,[5]​ siendo uno de los escritores chilenos con mayor proyección internacional.[6]​ Su obra ha sido traducida a varios idiomas, tales como el francés, el italiano y el inglés.[6]​

Como artista de performances y como escritor, su trabajo se caracterizó por el uso de la provocación y el resentimiento como herramientas para la denuncia política y social.[7]​[8]​

Lemebel fue cronista de Página Abierta, La Nación, de las revistas de izquierda Punto Final (desde 1998) y The Clinic. También condujo programas radiales, dirigió talleres de crónicas y dio conferencias en diversas universidades, como la Universidad de Harvard y la Universidad Stanford.[6]​

Biografía [ editar ]

Infancia y adolescencia [ editar ]

Hijo del panadero[9]​ Pedro Mardones Paredes y de Violeta Elena Lemebel, nació en un barrio marginal de Santiago de Chile, a orillas del Zanjón de la Aguada, un canal de riego que desemboca en el río Mapocho.[7]​ Criado en el barrio de La Legua,[10]​ a mediados de los años 1960 se mudó con su familia a un conjunto de viviendas sociales en avenida Departamental.[7]​

Estudió en el Liceo Industrial de Hombres de La Legua,[11]​ donde se enseñaba forja de metal y mueblería, cuyas clases el futuro escritor detestaba y donde era víctima de las burlas de sus demás compañeros.[12]​ Su último año de enseñanza media lo acabó en el Liceo Manuel Barros Borgoño.[11]​

Juventud [ editar ]

En la década de 1970, Lemebel ingresó al Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, donde se tituló de profesor de Artes Plásticas.[9]​

Luego de egresado, comenzó a trabajar en 1979 en dos liceos periféricos de Santiago, siendo despedido de ambos en 1983,[9]​ presumiblemente debido a su apariencia homosexual. Luego de esta experiencia no volvió a ejercer la docencia, dedicándose de lleno a los talleres literarios.[7]​

Carrera artística [ editar ]

Talleres literarios y militancia [ editar ]

Pedro Lemebel fue un acérrimo partidario del comunismo en Chile. Su manifiesto «Hablo por mi diferencia» fue leído en 1986 maquillado con la hoz y martillo en el rostro.

Lemebel comenzó su acercamiento a la literatura a comienzos de los años 1980, integrándose a un taller literario donde comenzó a escribir cuentos. Por entonces participó en pequeños concursos literarios, obteniendo en 1983 el primer premio en el organizado por la Caja de Compensación Javiera Carrera, con su cuento « Porque el tiempo está cerca », el cual fue publicado en una antología de la Caja ese mismo año.[7]​ En su resumen biográfico presente en la antología, el autor puso en lugar de una fotografía suya, una de su padre, mezclando además datos de ambos. Este cuento marca desde un comienzo las crudas temáticas del escritor, íntimamente relacionadas con sus orígenes y las dificultades del entorno gay, especialmente en los entornos chilenos de clase baja. El cuento relata la vida de un joven que, luego de ser abandonado por su madre y rechazado por su padre, comienza a prostituirse para subsistir, alejándose del cómodo barrio de Providencia para ejercer su nueva profesión en los sórdidos antros del centro de Santiago.[13]​

En estos talleres conoció a las escritoras feministas y de izquierda Pía Barros, Raquel Olea, Diamela Eltit y Nelly Richard, entre otras, quienes lo acercaron a organismos culturales alternativos, opositoras a la dictadura y las entidades académicas oficiales. Sin embargo, su militancia en la izquierda política también se vio obstaculizada por el prejuicio de su homosexualidad.[7]​

En 1986 se presentó en una reunión política de izquierdas en Estación Mapocho, vistiendo por primera vez sus zapatos con tacones y maquillado con el símbolo comunista de la hoz y el martillo cubriendo la parte izquierda de su cara. Allí leyó su manifiesto « Hablo por mi diferencia », un texto que mezcla cuento, crónica y poesía,[14]​ y que sería publicado en 2002 en una compilación de Juan Pablo Sutherland titulada A corazón abierto: geografía literaria de la homosexualidad en Chile.[15]​ Ese mismo año publicó además siete de sus relatos en la antología Incontables, editada por el taller de Pía Barros.[7]​

Si bien Lemebel se distanció del Partido Comunista de Chile, fue gran amigo de la líder de dicho partido, Gladys Marín, hasta el año de su muerte, en 200[10]​

Las Yeguas del Apocalipsis [ editar ]

Artículo principal: Las Yeguas del Apocalipsis

En 1987, junto con Francisco Casas, poeta, artista y por entonces estudiante de literatura,[16]​ fundaron el dúo artístico Las Yeguas del Apocalipsis,[5]​ cuyo nombre alude a los Jinetes del Apocalipsis del Nuevo Testamento.[16]​ Este dúo de corte performático se caracterizó por sabotear lanzamientos de libros y exposiciones de arte, apareciéndose de manera sorpresiva y provocadora, instalándose en el país como un fenómeno de la contracultura.[7]​

Es en este tiempo en que decidirá abandonar su apellido paterno, Mardones, haciendo uso desde entonces únicamente de su apellido materno, Lemebel.[7]​ En una entrevista posterior el mismo escritor explicará su cambio de nombre en estos términos:[17]​

El Lemebel es un gesto de alianza con lo femenino, inscribir un apellido materno, reconocer a mi madre huacha desde la ilegalidad homosexual y travesti. Pedro Lemebel, 1997

La primera intervención de Las Yeguas del Apocalipsis se llevó a cabo en La Chascona, antigua residencia de Pablo Neruda.

La primera intervención de Las Yeguas del Apocalipsis fue en 1987, cuando aparecieron en la Feria Internacional del Libro de Santiago vestidas como damas de CEMA Chile (fundación que dirigía Lucía Hiriart, esposa de Augusto Pinochet), repartiendo panfletos sobre el sida, acción de la cual no hay registro.[18]​ La primera intervención registrada fue la tarde del sábado 22 de octubre de 1988, durante la segunda entrega del Premio Pablo Neruda, al poeta Raúl Zurita en La Chascona. En medio de la ceremonia, Lemebel y Casas aparecieron ofreciendo a Zurita una corona de espinas, que no fue aceptada por el poeta.[16]​ Al año siguiente, realizaron la performance Lo que el sida se llevó en el Instituto Chileno Francés, donde mostraron fotografías realizadas por Mario Vivado en las cuales se escenificaban a sí mismos como personajes clásicos del glamour hollywoodense, utilizando ropas de amigos travestis admiradores de esa estética y que habían muerto de sida.[18]​ Ese mismo año aparecieron con su acción De qué se ríe, presidente en el Teatro Cariola[10]​ durante un encuentro de intelectuales con el candidato presidencial Patricio Aylwin, que al año siguiente saldría elegido el primer presidente de Chile luego de la restauración de la democracia y el término de la dictadura militar.[9]​ En dicha ocasión, pese a no haber sido invitados, subieron al escenario con tacones y plumas, alzando un lienzo que decía « Homosexuales por el cambio ». Bajando del escenario, además, Francisco Casas se precipitó sobre el entonces candidato a senador y futuro presidente de Chile Ricardo Lagos, dándole un beso en la boca.[16]​[18]​ Una fotografía de dicho evento se incluyó años después en su libro Háblame de amores (2012).[10]​

Ambos escritores, convertidos en actores de su propio texto, generaron desde la realidad homosexual una interrupción de los discursos institucionales en la época de la dictadura. Su trabajo en el dúo cruzó la performance, el travestismo, la fotografía, el video y la instalación. Pero también los reclamos de la memoria, los derechos humanos y la sexualidad, así como la demanda de un lugar en el diálogo por la democracia. «Quizás esa primera experimentación con la plástica, la acción de arte... fue decisiva en la mudanza del cuento a la crónica. Es posible que esa exposición corporal en un marco religioso fuera evaporando la receta genérica del cuento... el intemporal cuento se hizo urgencia crónica...», explicaría luego Lemebel.

En 1994, Lemebel participó en el Festival Stonewall de Nueva York,[9]​ un festival de orgullo LGBT cuyo nombre se debe a los disturbios de Stonewall de 196[19]​

Entre 1987 y 1995, Las Yeguas del Apocalipsis realizaron por lo menos quince intervenciones públicas,[20]​ y en total no más de veinte.[16]​ La mayoría fueron en Santiago de Chile pero también las hubo en Concepción, donde despellejaron sus cuerpos enterrándose en cal,[16]​ así como en Talca y La Habana, Cuba, donde se presentaron en la Casa de las Américas.[21]​ Otras de sus acciones de arte fueron bailar cueca sobre vidrios, interpretar ambos a Frida Kahlo, o cabalgar desnudos como Lady Godiva sobre un caballo blanco[16]​ por el campus Juan Gómez Millas de la Universidad de Chile, en alusión a la fundación de Santiago por Pedro de Valdivia.[Notas 1]​[10]​[18]​ Salvo algunas fotografías de Pedro Marinello y algunos videos, existen pocos registros sobre estas apariciones.[16]​

Pedro Lemebel en Radio Tierra

En 1995 Lemebel publicó además su primer libro, titulado La esquina es mi corazón, correspondiente a una recopilación de crónicas urbanas anteriormente publicadas para algunos periódicos y revistas tales como Página abierta, Punto final y La Nación, en las que el escritor se refiere a entornos marginales de Santiago ligados al tabú de la homosexualidad, la prostitución y la pobreza.[22]​ Al año siguiente crea el programa Cancionero para la Radio Tierra, en donde leía crónicas ambientadas con sonidos y acompañadas de música incidental.[7]​ Ese mismo año publicó Loco afán: Crónicas de sidario, su segundo libro de crónicas, que toca los temas del sida y la marginalidad de los travestis.[23]​ En 1997, en unas de sus últimas apariciones,[16]​ Las Yeguas del Apocalipsis fueron invitadas al Bienal de La Habana, en La Habana, Cuba. Al año siguiente, Lemebel publicó De perlas y cicatrices, su tercer libro de crónicas,[9]​ conformado en su mayoría por crónicas leídas en Cancionero.[24]​

Luego del arresto de Augusto Pinochet en Londres en el hospital The London Clinic en 1998, se creó el semanario The Clinic, cuyo editor Patricio Fernández invitó a participar a Lemebel para que escribiera crónicas sin ningún tipo de censura. Varias crónicas de sus libros provienen de estas publicaciones.[25]​

Reconocimiento Internacional [ editar ]

El escritor Roberto Bolaño elogió en diversas ocasiones la obra de Lemebel, siendo la principal influencia para que este último internacionalizara su obra, a través de la misma editorial donde él publicaba regularmente.

En 1999, gracias a las influencias de su amigo, el escritor chileno Roberto Bolaño, quien había emigrado a Europa desde México en 1977 y que vivía desde entonces en España,[6]​ su libro Loco afán: Crónicas de sidario es publicado por la editorial barcelonesa Anagrama,[9]​ convirtiéndose en su primera obra publicada en el extranjero.[23]​ Desde entonces, su obra escrita comenzó a despertar el interés de varias universidades e instituciones educativas internacionales.[6]​

Ese mismo año participó además en la Feria del Libro de Guadalajara de México, en reemplazo de Bolaño que rechazó la oferta, recibiendo por su obra elogios del afamado escritor Carlos Monsiváis.

En 2001 publicó su primera novela, Tengo miedo torero, una difícil historia de amor contextualizada durante el atentado contra Augusto Pinochet ocurrido el 7 de septiembre de 198Para la presentación del libro, Lemebel apareció vestido de rojo intenso y con un tocado de plumas, en una ceremonia con un amplio público conformado por seguidores, políticos, cineastas, periodistas, y muy pocos escritores. Esta obra estuvo más de un año entre los libros más vendidos de Chile y tuvo un gran reconocimiento internacional, siendo traducida al inglés, el francés y el italiano.[26]​

En 2003 continúa con su trabajo como cronista, publicando su antología de crónicas Zanjón de la Aguada, que habla del entorno gay en barrios de distintas clases sociales de Santiago y donde aparecen algunos personajes reales, tales como la líder social y presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD) Sola Sierra.[27]​ A esa obra le sucede un año después Adiós mariquita linda, otra antología de crónicas que mantiene la misma tendencia de sus trabajos anteriores.[28]​[9]​

En 2008 apareció su sexto libro de crónicas, Serenata cafiola.[9]​

En 2011 se le diagnosticó cáncer de laringe y al año siguiente se operó en la Fundación Arturo López Pérez de Chile,[12]​ perdiendo desde entonces parte de su voz.[29]​ Sobre su enfermedad, comentó lo siguiente:[12]​

«Cómo es la vida, yo arrancando del sida y me agarra el cáncer». Pedro Lemebel

Más adelante tuvo que ser operado nuevamente.[10]​

El 29 de noviembre de 2012 en una nueva participación en la Feria del Libro de Guadalajara, lanzó su nuevo libro de crónicas, titulado Háblame de amores, presentando una lectura dramatizada de su trabajo « Cucurrucucú Paloma ».[29]​ El 4 de mayo de 2013 fue uno de los fundadores del movimiento Marca AC, que buscaba redactar una nueva Constitución Política para Chile mediante el establecimiento de una asamblea constituyente.[30]​

El 4 de septiembre de 2013 fue galardonado con el Premio José Donoso,[31]​ que dedicó a su gran amiga, a la fallecida Gladys Marín y a sus lectores pertenecientes a la clase obrera.[10]​ El 25 de septiembre del mismo año realizará una performance en el Festival de Literatura Filba, con motivo de los cuarenta años del Golpe de Estado en Chile de 197[10]​

Fallecimiento [ editar ]

Ya en la etapa final de su enfermedad, Pedro Lemebel apareció sorpresivamente y por última vez en una actividad masiva organizada por el entorno artístico para rendirle homenaje. Fue el 7 de enero de 2015, en la Noche Macuca, realizada en el Teatro del Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM), en el contexto del Festival Internacional Santiago a Mil.[32]​

Pasadas las 2 de la madrugada (hora local) del viernes 23 de enero de 2015, Pedro Lemebel falleció en la Fundación Arturo López Pérez de Providencia, lugar en el que se encontraba internado hacía varias semanas, a causa del cáncer de laringe que padecía desde 201[33]​

Sus restos fueron sepultados en el Cementerio Metropolitano de Santiago dos días después. Tanto su velatorio como su funeral estuvieron marcados por una profusa y emotiva concurrencia.[34]​

Obra inédita y publicaciones póstumas [ editar ]

En una entrevista en 2013, durante la publicación de la antología Poco hombre, Pedro Lemebel anunció que se encontraba trabajando en dos proyectos literarios que verían la luz próximamente y que, después de su fallecimiento, quedaron truncados: uno de ellos es Mi amiga Gladys, un libro de crónicas sobre Gladys Marín, dirigente y diputada del Partido Comunista de Chile fallecida en 2005, el cual se encontraba en un estado muy avanzado.[35]​[36]​

Josefina Alemparte, editora de sello Planeta, declaró que el libro iba a ser presentado en la Feria Internacional del Libro de Santiago, pero por motivos de salud se postergó.[37]​ Finalmente, la editorial Planeta publicó el libro el 2 de noviembre de 201A finales del mismo mes se publicó Arder, un libro que recopila imágenes de la exposición homónima y que recoge extensamente su trabajo audiovisual.[38]​

Asimismo también fue anunciada la publicación de una caja recopilatoria de todos sus libros desde La esquina es mi corazón (1995) hasta Háblame de amores (2012) (posiblemente incluyendo Mi amiga Gladys ) y un documental dirigido por Joanna Reposi, que contiene siete años de registros.[39]​

Otro libro en el que se encontraba trabajando se titula El éxtasis de delinquir, la que sería su segunda novela desde Tengo miedo, torero (2001). Esta obra se centra en la historia de Patricio Egaña, quien abastecía drogas a Claudio Spiniak.[40]​ Desde el año 2011 comenzó a mencionar en entrevistas que estaba escribiendo la novela[41]​[42]​ y que estaba en un estado muy avanzado.[43]​ El lanzamiento de esta novela también estuvo pensada para 2016 o 2017 por editorial Planeta.[44]​

En 2018, el Archivo Nacional de Chile lanzó El Archivo Las Yeguas del Apocalipsis, comprendiendo 800 documentos, también incluye cartas firmadas por Lemebel y Casas, más de 40 testimonios de personas que tuvieron relación con ellos y materiales de exposiciones de su obra en importantes espacios del entorno que se multiplicaron una década después de la definitiva disolución del colectivo.[18]​

En 2021, bajo el sello editorial de la Universidad de Talca, se publicó la antología “ Obra Escogida ”, cuya selección y prólogo fueron realizados por la destacada poeta Carmen Berenguer.[45]​

Estilo [ editar ]

En sus libros aborda fundamentalmente la marginalidad chilena con algunas referencias autobiográficas.[17]​ Con una prosa poética consecuente, autodenigratoria y al mismo tiempo referente a un «otro»,[46]​ irreverente, barroca y kitsch,[17]​ suele mezclar la realidad con la ficción, a la cual suele denominar la «parte silicona» de su obra.[26]​ Sus textos suelen ser tragicómicos y combativos,[27]​ en constante rechazo hacia la

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