Aumento de la densidad capilar miocardica: beneficios y riesgos del ejercicio físico en el corazón

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El cuerpo humano, y en particular nuestro sistema cardiovascular, es el resultado de un proceso evolutivo que lo ha hecho más resistente al medio ambiente. Estudios actuales demuestran que el ser humano ha desarrollado sus sistemas evolutivamente, en comparación con reptiles, anfibios e incluso otros mamíferos, para ser mucho más resistente a la falta de comida o bebida y a la actividad física prolongada.

Sin embargo, el aumento progresivo de la esperanza de vida y los cambios significativos en nuestro estilo de vida y alimentación en las últimas décadas han expuesto a la especie humana a amenazas para las que no está preparada ni adaptada biológicamente. La mayoría de los factores de este nuevo escenario vital están directamente relacionados con el desarrollo de factores de riesgo y enfermedades cardiovasculares, las cuales se han convertido en la primera causa de muerte en el último siglo. Esto ha llevado a la búsqueda de tratamientos que, en algunos casos, modifican incluso algunos mecanismos adaptativos que el cuerpo humano desarrolló evolutivamente.

Contrariamente a las amenazas que representa un estilo de vida sedentario, la práctica regular de ejercicio físico es una recomendación establecida para el tratamiento de los principales factores de riesgo cardiovascular modificables, como la diabetes mellitus, la hipertensión arterial y la dislipemia, así como el sobrepeso. Sin embargo, es una de las medidas menos implementadas tanto por médicos como por pacientes.

Tabla de Temas

Mecanismos Protectores del Deporte

El ejercicio físico se define como cualquier movimiento corporal producido por el sistema locomotor por contracción y relajación de la musculatura, lo que implica un consumo de energía. Este movimiento supone un incremento de la demanda de oxígeno y nutrientes por los músculos en general. La adaptación muscular al ejercicio es la base del entrenamiento y se sabe que está mediada tanto por la adaptación y el desarrollo de las fibras musculares como por los cambios en su metabolismo, fundamentalmente en las mitocondrias.

Se trata de un proceso complejo y no completamente conocido que implica vías tan heterogéneas como los receptores de calcineurina, neoangiogénesis, sobrexpresión genética, reprogramación metabólica mitocondrial y la síntesis de miocinas desde el propio tejido muscular. Sin embargo, su efecto es crucial no solo en los músculos, ya que se ha relacionado con el retraso del envejecimiento por estabilización de la telomerasa mitocondrial.

Efectos en el Sistema Cardiovascular

Las adaptaciones cardiovasculares con el entrenamiento son principalmente:

  • Aumento del volumen sistólico .
  • Incremento del volumen de las cavidades cardiacas y los grosores parietales .
  • Disminución de la frecuencia cardiaca tanto en reposo como en ejercicio de intensidad submáxima .
  • Mejora de la perfusión miocárdica .

El gasto cardiaco aumenta durante la actividad física, debido al aumento de la frecuencia cardiaca y el volumen sistólico. Durante el ejercicio intenso, el volumen sistólico puede llegar a duplicarse. Si bien en personas no entrenadas este aumento es muy poco evidente, en los deportistas en buena forma es considerable y sigue elevándose hasta alcanzar su máximo a niveles de esfuerzo comprendidos entre el 50 y el 60% del consumo máximo de oxígeno.

A partir de este nivel de esfuerzo, el volumen sistólico se estabiliza hasta intensidades de ejercicio muy elevadas. Otra adaptación funcional relacionada con la práctica constante de ejercicio físico es que origina un aumento de las cámaras cardiacas, tanto de sus volúmenes como de los espesores parietales. Los primeros son los determinantes más importantes para el aumento del gasto cardiaco.

En los deportistas que realizan ejercicios de resistencia aeróbica predomina el aumento del volumen, aunque tras muchos años de entrenamiento a alta intensidad también aparece hipertrofia parietal. En los dedicados a la práctica de esfuerzos isométricos y deportes de fuerza se producen cambios muy pequeños tanto en el volumen latido como en los espesores parietales.

El ejercicio físico produce una reducción de la frecuencia cardiaca en reposo, y también se hace evidente durante el ejercicio físico en individuos entrenados, cuando la preparación se realiza a intensidades submáximas, fenómeno directamente relacionado con el aumento del volumen latido. Entre los mecanismos de la bradicardia, se encuentra en primer lugar la regulación del sistema nervioso autónomo, por un aumento del tono vagal, pero también una disminución de la propia frecuencia intrínseca del corazón, variación de la sensibilidad de los barorreceptores, el aumento del volumen sistólico y, por supuesto, las condiciones genéticas propias de cada individuo.

Otra adaptación típica y beneficiosa que el ejercicio físico causa es la mejora de la circulación coronaria, que se debe, entre otros, al fenómeno de capilarización, que consiste en un aumento de la densidad capilar (número de capilares por miofibrilla) y es proporcional al engrosamiento de la pared miocárdica, con el consecuente aumento del flujo sanguíneo coronario.

Además, el entrenamiento de resistencia también aumenta el calibre de los vasos coronarios epicárdicos con el fin de mantener una adecuada perfusión por la mayor masa miocárdica. A parte de estos cambios relacionados con la angiogénesis, también se producen adaptaciones funcionales como mayor relajación de las pequeñas arterias coronarias y/o producción de óxido nítrico del endotelio coronario.

Corazón de Atleta

El entrenamiento regular induce en el corazón cambios adaptativos dirigidos a mejorar el rendimiento del sistema cardiovascular durante el ejercicio. Esta adaptación puede llevar a un aumento de la masa cardiaca de hasta el 20%. Sin embargo, al identificarse claramente la posibilidad de enfermedad cardiaca específicamente ligada al ejercicio, como arritmias o muerte súbita, se ha generado mayor interés sobre esta entidad con tres objetivos claros:

  • Conocer cómo la adaptación cardiaca al ejercicio puede mejorar la capacidad deportiva.
  • Guiar el entrenamiento para optimizar la adaptación cardiaca.
  • Diferenciar la adaptación cardiaca normal de la patológica.

Este último aspecto es el que ha generado mayor interés dentro y fuera del ámbito de la cardiología por sus importantes implicaciones preventivas e incluso legales. Como se ha expuesto previamente, la práctica regular de ejercicio físico induce un remodelado cardiaco morfológico y eléctrico que supone una adaptación fisiológica a la sobrecarga cardiaca promovida con el ejercicio, pero, como tantas otras variables biológicas, parece tener una distribución de «curva en J», ya que se ha identificado que el remodelado excesivo, especialmente el estructural, está estrechamente ligado con las principales enfermedades cardiacas graves relacionadas con el deporte.

Por lo tanto, el gran reto para los profesionales implicados en el seguimiento de los deportistas es identificar el momento en que la adaptación cardiaca al ejercicio empieza a suponer un riesgo. Pero, además, sí que es importante destacar que la mala adaptación cardiaca al ejercicio solo ocurre en un pequeño porcentaje de deportistas. Por lo tanto, el reto para la cardiología deportiva supone identificar a las personas previamente sanas que sufren mala adaptación cardiaca durante la práctica de ejercicio y tienen mayor riesgo de una complicación cardiaca grave.

Rehabilitación Cardiaca

La rehabilitación cardiaca abarca una serie de intervenciones coordinadas y multidisciplinarias que pretenden mejorar la capacidad funcional, tanto física como psicológica, de los pacientes que presentan alguna afección cardiovascular. Además, estabiliza y retrasa la evolución de su enfermedad de base, con lo que mejora su pronóstico.

Por ello, los objetivos principales de la rehabilitación cardiaca son prevenir la incapacidad producida por las enfermedades cardiovasculares y nuevas complicaciones de la aterosclerosis. Además, se ha observado que los pacientes consiguen mayores tasas de abandono del tabaco y mejoran sus hábitos alimentarios.

Los pacientes candidatos a iniciar programas de rehabilitación cardiaca son todos aquellos que han sufrido un infarto de miocardio o tienen angina de pecho o insuficiencia cardiaca. Las primeras unidades de rehabilitación cardiaca se fundaron a finales de los años sesenta, y sus resultados coinciden en la eficacia para conseguir el objetivo de reducir la mortalidad en torno al 25%. En rehabilitación cardiaca ha habido grandes avances en los últimos años, y se ha pasado de realizar trabajos continuos a bajas intensidades programadas y controladas al desarrollo de complejos programas de entrenamiento que incluyen, además del ejercicio aeróbico, cargas de trabajo a intervalos (combinaciones de alta y baja intensidad) y entrenamiento de fuerza.

Esto se debe no solo a que dichos tipos de ejercicio se han mostrado útiles en la mejora de la función cardiaca, sino también a que cada día se conoce mejor la fisiología de estos pacientes, y eso ha desvelado que la limitación funcional que padecen no es solo un problema del corazón, sino que también está condicionada por muchos factores periféricos. Además, el trabajo de mejora de la capacidad funcional de un paciente con cardiopatía no debe terminarse nunca, por lo que estos programas deben servir de base y apoyo para adquirir el hábito de realizar regularmente ejercicio físico.

El aumento de la densidad capilar miocárdica es una de las adaptaciones más beneficiosas que el ejercicio físico induce en el corazón. Este proceso mejora la perfusión miocárdica, permitiendo que el corazón bombee sangre con mayor eficacia y resistencia. Es fundamental comprender que la adaptación cardiaca al ejercicio, aunque generalmente es beneficiosa, puede tener riesgos en ciertos casos. La clave reside en identificar a las personas que pueden sufrir una mala adaptación cardiaca y requieren un seguimiento y control médico estricto. La rehabilitación cardiaca juega un papel vital en la recuperación y prevención de futuras complicaciones cardiovasculares, y el ejercicio regular se convierte en un aliado indispensable para mantener un corazón sano y fuerte.

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