Alguna vez te has preguntado por qué se te pone la piel de gallina cuando sientes frío, escuchas música conmovedora o incluso ante una situación de peligro? La respuesta se encuentra en un fenómeno conocido como piloerección, una reacción involuntaria de nuestro cuerpo que tiene raíces evolutivas.
¿Qué son los escalofríos?
La piloerección, también conocida como piel de gallina, es un reflejo que hace que los pequeños músculos cerca de los folículos pilosos se contraigan, provocando que los pelos se ericen. Esta reacción puede ser provocada por diversos estímulos, como una brisa fría en un día cálido.
En nuestros ancestros, con más pelo, esta reacción tenía un propósito práctico: el aire frío causaba que el pelo se erizara, atrapando una capa de aire caliente cerca de la piel y ayudando a mantener el cuerpo caliente. Aunque hoy en día no tenemos el mismo pelaje, la piloerección permanece como un vestigio evolutivo, y podemos observarla en nuestros parientes primates.
El papel del sistema nervioso
Otra causa de la piloerección es el sistema nervioso simpático. Este sistema gestiona una serie de reacciones automáticas que se activan cuando percibimos un peligro, preparándonos para la acción. Además de acelerar el ritmo cardíaco y activar las glándulas sudoríparas, nuestro cuerpo también eriza el pelo para parecer más grande y amenazante ante una amenaza potencial, similar a lo que hace un gato antes de una pelea.
Curiosamente, esta misma reacción ante el peligro es la que provoca los escalofríos que sentimos al escuchar ciertos estímulos musicales.
La música y la respuesta emocional
Nuestro cerebro se divide en dos partes principales: un cerebro emocional y un cerebro cognitivo. El cerebro emocional, responsable de nuestra respuesta a las amenazas, reacciona más rápido a los estímulos externos que el cerebro cognitivo.
Cuando escuchamos música, nuestro cerebro emocional la percibe simplemente como ruido. Nuestro cerebro cognitivo es el que identifica la melodía, el ritmo y los demás factores que hacen que la música sea agradable y conmovedora. La música que nos provoca escalofríos no lo hace solo por ser bella. Lo hace porque ciertos sonidos pueden activar esa sensación de peligro.
Los escalofríos suelen ser provocados por lo inesperado. Por ejemplo, la introducción de un nuevo instrumento, una nota alta del cantante o un aumento repentino del volumen. Al igual que el crujir de una rama detrás de ti en el bosque, nuestro cerebro emocional trata este nuevo sonido como una posible amenaza.
La música de Pink Floyd, por ejemplo, es utilizada para estudiar los escalofríos porque las voces agudas de la banda pueden imitar el sonido de un niño en apuros, lo que haría que la mayoría de las personas se prepararan para actuar. O, si escuchas un álbum en vivo, el rugido de la multitud puede causar escalofríos porque nuestro cerebro emocional solo escucha a miles de personas gritándote.
De la amenaza al placer
Es solo después de que el cerebro emocional responde que el cerebro cognitivo toma el control, milisegundos después. Inmediatamente reconoce que no hay peligro real. La respuesta cambia del miedo al placer, y el cerebro libera dopamina como recompensa por evaluar correctamente la ausencia de una amenaza real. Esta dopamina provoca una ola de buenas sensaciones, y reconocemos el estímulo como agradable nuevamente.
¿Por qué algunas personas son más propensas a los escalofríos?
La predisposición a los escalofríos tiene que ver con rasgos de personalidad. En psicología, existen los cinco grandes rasgos, como la apertura, que se dividen en subcategorías.
Se pensaba que las personas más propensas a experimentar escalofríos puntuaban más alto en apertura a la emoción, un rasgo asociado con la apreciación de la belleza y la variedad. Esto tiene sentido porque la música es emocional. Sin embargo, al conectar voluntarios a monitores de piel y reproducirles música, pudimos monitorear objetivamente cuándo y con qué frecuencia las personas tenían escalofríos.
Este estudio fue diferente a estudios anteriores, donde los voluntarios informaban por sí mismos la frecuencia con la que los experimentaban. Y lo que encontramos fue que las personas que puntuaban alto en apertura emocional estaban exagerando sus experiencias; un sujeto indicó que tenía escalofríos docenas de veces en una sola canción, cuando los monitores de piel no detectaron nada.
Descubrimos que las personas que puntuaban alto en apertura a las ideas eran en realidad más propensas a tener escalofríos. Si bien esto está relacionado con la apertura emocional, este rasgo está más asociado con la imaginación y la curiosidad. Creo que la escucha activa y la participación intelectual con la música, como predecir lo que sucederá a continuación en una canción o imaginar las imágenes que evoca, es la clave para experimentar escalofríos, no solo dejar que la música te envuelva emocionalmente.
Los escalofríos son un fenómeno complejo que refleja la interacción de nuestro sistema nervioso, nuestro cerebro emocional y nuestras experiencias personales. Aunque puede parecer una simple reacción física, es una ventana a la complejidad de nuestra mente y cómo respondemos al entorno que nos rodea.
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