Por qué isabel i usaba pelucas: la obsesión por la belleza en la corte

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Isabel I, la poderosa reina de Inglaterra, no solo marcó la historia política de su época, sino que también dejó una huella imborrable en el entorno de la moda. Su estilo personal, que evolucionó a lo largo de su reinado, se convirtió en un referente para la sociedad de la época, tanto para mujeres como para hombres.

La moda de Isabel I se caracterizaba por líneas elegantes y sobrias en su juventud, que fueron dando paso a estilos más exagerados y elaborados con el paso del tiempo. Sus atuendos, con cinturas ajustadas, mangas abullonadas, grandes ruedos y cuellos almidonados, se convirtieron en una marca registrada de su reinado.

La influencia de Isabel I en la moda se extendía más allá de la vestimenta femenina. Los hombres de la corte también adoptaron estilos más opulentos y elaborados, imitando el gusto de la reina. Los corsés se pusieron de moda para lograr una cintura estrecha, y los dobletes "peascod" rellenos, que daban la apariencia de un vientre prominente, se convirtieron en un símbolo de estatus.

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La belleza renacentista: un ideal inalcanzable

El ideal de belleza en el Renacimiento se basaba en el cabello rubio, la piel pálida, los ojos brillantes y los labios rojos. Isabel I, una mujer alta y atractiva, poseía una piel clara y un cabello rojizo-dorado, características que se encargó de acentuar a lo largo de su vida.

La piel pálida era un símbolo de riqueza y nobleza, ya que indicaba que la persona no tenía que trabajar bajo el sol. Para lograr este aspecto, las mujeres recurrían a prácticas cosméticas peligrosas. La cerusa, una base blanca muy popular, se elaboraba con plomo blanco y vinagre. Otras preparaciones para blanquear pecas y tratar imperfecciones incluían azufre, trementina y mercurio. Estos ingredientes tóxicos tenían efectos secundarios devastadores, dejando la piel "gris y arrugada", como lo describió un cronista de la época.

Para contrarrestar estos efectos, las mujeres se aplicaban clara de huevo cruda sobre la piel para conseguir una superficie lisa y similar al mármol.

El reto del cabello rojo

El cabello rizado y rojizo de Isabel I representaba otro desafío para las mujeres que buscaban imitar su estilo. Se desarrollaron numerosas recetas para teñir y decolorar el cabello, pero las pelucas rojas se convirtieron en una alternativa popular.

Isabel I, al igual que muchas mujeres de su época, comenzó a usar pelucas para mantener su imagen. La moda de las pelucas, que inicialmente se usaban para ocultar la pérdida de cabello por enfermedad o edad, se generalizó en la corte, convirtiéndose en un accesorio indispensable.

El precio de la belleza

La obsesión por la belleza en la época isabelina tenía un precio. Las prácticas cosméticas peligrosas, las dietas extremas y el uso de pelucas para mantener una imagen juvenil, tenían consecuencias negativas para la salud.

El caso de Isabel I es un ejemplo de cómo la búsqueda de la belleza podía llevar a extremos peligrosos. La reina, conocida por su gusto por los dulces, sufrió problemas dentales con el paso de los años. Su influencia era tan grande que algunas mujeres incluso se oscurecían los dientes para imitar su apariencia.

La moda y la belleza en la época isabelina eran un reflejo de la sociedad de la época. El ideal de belleza era inalcanzable y las mujeres recurrían a prácticas peligrosas para conseguirlo. El uso de pelucas, tanto por parte de Isabel I como de otras mujeres de la corte, era una forma de mantener una imagen juvenil y elegante. La historia de la moda nos muestra que las tendencias cambian, pero la búsqueda de la belleza sigue siendo un tema universal.

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